sábado, 20 de agosto de 2011

Cine sin fronteras


Otro de los crímenes que cometió uno de mis compañeros de trabajo allá por el mes de mayo fue decirme que le sonaba (y sólo le sonaba) Regreso al futuro. Por un momento fingió saber qué película era pero sus ojos le delataban... no tenía ni idea. Estuve a punto de cargármelo ese instante, así tal cual, sin juicio ni jurado. Y sí, David, vuelves a ser tú de quien hablo :)




Puede que junto con Indiana Jones sea una de las sagas más carismáticas de mi infancia. Y es que todavía me acuerdo cuando mi hermano compró la trilogía en VHS (¿y eso qué es?) y empezamos a verlas una y mil veces...




Este tipo de películas eran de lo más didácticas, porque ¿quién no sabe ahora que hacen falta 1.21 GW para viajar en el tiempo? ¿y que además esa es la potencia que aporta un rayo al caer sobre un De Lorean? ¿Quién no sabe lo que es el condensador de fluzo? ¡De hecho, no lo sabía ni el doblador de la película! Y yo creo que la lección más importante que aprendí tras ver Regreso al futuro es que nunca hay que comprar plutonio a terroristas libios. En fin, todas estas cosas no se pueden aprender en la universidad, ni en la calle... sólo delante de una pantalla comiendo palomitas.

Y todo es por el desconocimiento, porque yo no duermo tranquilo sabiendo que faltan menos de 4 años para que estrenen Tiburón 19, menos de 4 años para que ningún niño tenga que sufrir atándose los cordones de las zapatillas, porque para entonces existirán los robocordones y sobre todo, 4 años para poder disfrutar de lo que será mi regalo de cumpleaños para 2015: un aeropatín (a ser posible el "turbobestia" - 4'25'' del vídeo).



En serio, prefiero no extenderme y que cualquier persona que no haya visto la trilogía o no se sepa los diálogos, ¡¡¡que se ponga a ello!!!



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