Una
vez más hago un "copy-paste" de un artículo apasionante, no he podido resistirme. Esta vez
sobre Congo, y más concretamente sobre Kivu Norte. Después de leerlo se entiende un poco más (o no) por qué un lugar que podría ser un paraíso, se ha convertido en el "peor lugar del mundo".
Mil
gracias al autor y a El País.
Por:
Jose Miguel Calatayud | 29 de noviembre de 2011
La
mera mención del Congo parece ir asociada la imagen de un lugar oscuro y
terrible. Vienen a la cabeza expresiones como pobreza, guerra, violaciones
masivas, minerales de sangre. Imágenes de niños semidesnudos que piden dinero,
imágenes de rebeldes con gafas de sol luciendo sus rifles AK-47.Recuerdos del
viaje al corazón de las tinieblas de Conrad. Un agujero negro en el centro de
África del que nada bueno puede salir.
Clasificaciones
y estadísticas como la más reciente del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo no ayudan: la República Democrática del Congo (RDC)ocupa el último
lugar en el ránking mundial de desarrollo humano. Es como si oficialmente, sin
evitar los clichés y las expresiones simplistas y absolutas, la RDC fuera el
peor lugar del mundo.
Para
llegar a Goma, la capital de la región de Kivu Norte en el este de la RDC -un
país enorme con unos 75 millones de habitantes-, lo más fácil es ir por tierra
desde la capital ruandesa, Kigali, hasta Gisenyi, una ciudad atravesada por la
frontera y que al otro lado se convierte en Goma.
La
carretera que une Kigali y Gisenyi está en perfectas condiciones y es de
asfalto liso y cuidado. Transcurre por valles y colinas de un verde rabioso, el
ambiente húmedo se cuela por la ventanilla, mujeres con vestidos de floridos
colores trabajan la tierra exhuberante y roja, niños de ojos enormes miran el
autobús desde el arcén. No hay hambre en Ruanda ni en el este de la RD Congo,
aquí los problemas son otros.
Un valle en la región de los Kivus (Foto: Julien Harneis / Flickr) |
La
frontera entre Gisenyi y Goma, junto al blanco y el azul del lago Kivu, es poco
más que una valla móvil como las de los 'parkings' de ciudad. Cruzar la
inmigración ruandesa es fácil, rápido, simple. Caminas unos metros, pasas junto
a la valla y estás en el Congo. Pero no parece un lugar oscuro y terrible sino
que es un continuo de tierra y lago y montañas y verde. Un continuo de montañas
verdes y lago azul de postal o de fotografía de fondo de pantalla con su
belleza irreal.
Desde
Goma, si la noche es limipia se puede ver el fulgor del volcán Nyamuragira, que
hace unas semanas dejó imágenes impresionantes. A su alrededor, en los bosques
del parque nacional de Virunga viven algunos de los pocos gorilas que quedan en
el mundo.
Cruzar
la inmigración congoleña es menos fácil, más lento, más complicado. Sin
formularios que rellenar, los que entran y los que salen comparten una sola
cola. Los que se van son en su mayoría trabajadores de la ONU y de las ONGs que
pueblan Goma. La cola no avanza y dos funcionarios congoleños la observan
reclinados en sus sillas desde su oficina.
Finalmente,
sin apenas preguntas, sin ocasionar demasiados problemas, sin pedir el temido
soborno, devuelven el pasaporte sellado y uno camina hacia el interior de Goma,
donde hordas de mototaxis esperan para introducirte en el Congo.
Una calle de Goma (Foto: Melanie Gouby)
|
Te
alejas de la frontera por las calles de piedras o caminos embarrados de Goma,
restos de asfalto, rocas, boquetes, coches todoterreno, minibuses, camiones y
gente y ruido y color y vida entre las piedras y los edificios gastados de
aspecto enfermizo.
La
entrada al corazón de las tinieblas es, en el fondo, como la llegada a
cualquier otro lugar. Hay casas y caminos y niños y vehículos y gente que sigue
adelante con sus vidas sin más.
El
mototaxi esquiva agujeros, pedruscos, charcos, barro y habla y habla de
política sin parar. "Los candidatos a las elecciones, los americanos, los
franceses, los ruandeses”,todos se pelean por controlar su país. “¿Tú tienes
información?, ¿tú sabes qué quieren realmente unos y otros?”, pregunta.
Él
está seguro que los resultados de las elecciones traerán problemas, que la
oposición tiene la mayoría y si no vence habrá enfrentamientos. A su alrededor,
camionetas emiten música y llaman a votar a uno u a otro candidato mientras
regueros de gente los siguen cantando y ondeando banderas de colores.
En
las rotondas, puntos de referencia de una ciudad con pocas calles con nombre,
Joseph Kabila y su sonrisa blanquísima miran al infinito desde carteles enormes
que empequeñecen los reducidos posters de sus rivales en las paredes de Goma.
(Radio Nederland Wereldomroep / Flickr) |
Kabila,
actual presidente y favorito en las elecciones, llegó al poder con tan sólo 30
años tras el asesinato de su padre Laurent en 2001. Laurent Kabila había sido
el líder que había conseguido deponer a Mobutu Sese Seko en una rebelión entre
1996 y 1997.
Sese
Seko había llegado al poder en 1965 gracias a la CIA, que también había
participado, junto con agentes belgas, en el asesinato del primer ministro
Patrice Lumumba en 1961. Mobutu gobernó durante 32 años en los que cambió el
nombre del país a Zaire e hizo de su perenne gorro de leopardo una de las
señales de un régimen que pretendía ‘africanizar’ el Congo. Inteligente y
carismático, Mobutu supo mover sus fichas con habilidad en el tablero africano
de la Guerra Fría y aprovechó para amasar una fortuna exagerada mientra el
Estado desaparecía poco a poco. Promulgó el conocido como ‘Artículo 15’, según
el cual los congoleños debían hacer lo que fuera posible para sobrevivir por sí
mismos. Él mismo se aplicó el cuento como nadie.
En
1994, los cientos de miles de refugiados ruandeses que huían de su país tras el
genocidio entraron en masa en la zona este de la RD Congo, entonces aún llamada
Zaire. Entre ellos, milicias responsables de las matanzas, que se establecieron
en la región de los Kivus. El nuevo gobierno ruandés envió sus tropas a través
de la frontera y grupos congoleños aprovecharon dos años después para lanzar su
propia rebelión contra Mobutu.
Refugiados ruandeses cerca de Goma en 1994 |
Comenzó
así la primera guerra del Congo, que apenas duró seis meses y acabó con la
expulsión de Mobutu y Laurent Kabila como presidente, que nombró el país
República Democrática del Congo. Pero había demasiadas cuentas pendientes y en
1998 se reincendió el conflicto entre Kabila y sus oponentes y esta vez de un
modo aun más sangriento. Tropas de hasta seis países de la región entraron en
la RD Congo en esta ‘Guerra Mundial Africana’, que conllevó la muerte de unos
4,5 millones de personas, la mayoría debido al hambre y a enfermedades. Entre
medias, Laurent Kabila fue asesinado por uno de sus guardaespaldas y su hijo
Joseph tomó el poder. En 2003 se firmó una paz precaria que no ha impedido la
continuación del conflicto en los Kivus.
Este
largo paréntesis histórico ayuda a comprender porqué los congoleños desconfían
de “los americanos, los franceses, los ruandeses” y de los propios aspirantes a
presidente, y por qué muchos, ante el vacío dejado por un Estado casi
inexistente, siguen haciendo lo que sea para sobrevivir por sí mismos.
En
Goma, los congoleños de a pie son por lo general educados, simpáticos y están
siempre dispuestos a la sonrisa y a la risa, a menudo a costa de sí mismos.
Además de sus idiomas nativos, hablan un francés suave de tintes coloniales con
el que en todo momento, sin pedir nada a cambio, quieren hablar de política y
contar sus ocurrencias para sobrevivir al día a día.
En
la jornada electoral, cadenas de mensajes de texto los llaman a desconfiar de
los bolígrafos de la comisión electoral. “Luchemos contra las trampas”, dice
otro sms. “¿Esto también ocurre en tu país?”, pregunta Freddy Lukombo, un joven
de 24 años, mientras muestra los mensajes en su móvil.
“¿Quieren
que votemos y nos vayamos a casa y nos quedemos allí sin hacer nada?”, se
interroga retóricamente Ezequiel Niyonzima, de 25 años y diplomado en
Pedagogía, “¡No! Si no tenemos nada, lo tendremos que robar”, responde en el
mejor espíritu del ‘Artículo 15’.
No
pueden contar con el Estado. La seguridad corre a cargo de MONUSCO, la misión
de paz de la ONU. ¿La educación? Por cuenta de iglesias y ONGs. La atención
médica: ONGs.
Se
forma un grupo, todos quieren hablar. “Desde Mobutu es siempre igual, los que
tienen trabajo son siempre los mismos”, dice un hombre mayor. “No hay trabajo
para los congoleños, sólo para los que están el poder”, asiente un hombre más
joven. “Lo cierto es que necesitamos la comunidad internacional, nuestros
gobernantes son corruptos”, interviene otro. La gran mayoría dicen que están en
el paro y realizan trabajos ocasionales reparando motos, vendiendo cualquier
cosa en las calles o echando una mano en los sitios en construcción.
Vista de un volcán desde el aeródromo de Goma (Foto: Teseum / Flickr) |
Tras
el día de votación, la población mayoritariamente joven de Goma y Kivu Norte
vuelve a la rutina y a la búsqueda diaria de medios para subsistir. Las calles
destrozadas de la ciudad, los parajes de película de las montañas, el brillo
azul del lago Kivu son pintorescos testigos de la aventura de vivir en uno de
los lugares más hermosos y más difíciles del mundo.
(Todos los derechos supongo que serán de José Miguel Calatayud o de El País...)
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