jueves, 29 de diciembre de 2011

Bitácora V


"Buenos días. Mi nombre es Aitor y tengo una terrible adicción: Berlín". Creo que esta es la mejor forma de comenzar esta última entrada sobre el viajecillo que hice hace un par de meses.

Como decía, desde hace ya 8 años, tengo un problema con Berlín y es que siempre estoy buscando la excusa para volver (y desde que "tengo" casa allí, me han facilitado mucho este trabajo, jeje).

Una de las excusas era volver a tomar  Mezzo... oh, ¡Meeezzooo! 

La verdad es que en esta ocasión la visita ha sido muy distinta a las anteriores. Si las otras veces me dediqué a patear la ciudad y a hacer turismo a lo guiri, esta vez he hecho cosillas algo distintas. Más vida de barrio, como ir a los supermercados turcos con toda mi pachorra en busca de cerveza y filetes de cerdo.  Mi dieta podemos decir que se ha resumido a comer magdalenas para desayunar, para almorzar, para comer, para merendar y para cenar... y entre horas también, jeje. ¡Madrecita mía que cebamiento! He frikeado todo lo que he podido y más, llegando a cumplir uno de mis eternos sueños desde hace mucho: ir a la calle Berolina (me emociono, jeje). He caminado tranquilamente sin prisa, por calles que no sabía dónde me llevaban y lo mejor de todo, tampoco me importaba. Pero sobre todo, ha sido un viaje donde he conocido a gente genial.

Y aquí la foto de la Berolinastraβe. ¡A la tercera va la vencida!

He disfrutado mucho, pero claro, no podría haber sido posible sin los escasos pero divertidos ratos que pasé con Alba y Cris, que se sumaron al viaje a última hora y que gracias a ellas el personal de seguridad del Reichstag estuvo tranquilo porque sabían que los tres tolais que se habían separado del grupo organizado y que no aparecían por ningún lado no eran terroristas, sólo tres tolais, sin más.

Y después de la megahamburguesa, carrerita persiguiendo el bus nocturno... 

También agradecer a A.A. (omito el nombre por evitarle posibles problemas legales), el maestro de la falsificación y el fraude en la DB, por sus clases prácticas de cómo identificar revisores y por sus retransmisiones a lo Manolo Lama en el hockey hielo (¡brutal!). La "sensibilidad" del dantxari, sin cuyos comentarios la noche del cumpleaños en la sala de salsa habría sido mucho más aburrida (pedazo de rondo cubano nos marcamos, jajaja). Al resto de la familia Villarubia, al islandés por ser un tipo simpático, a Lucy, la chica que cantó en el karaoke de Mauerpark, por alegrarme la mañana... ufff, estoy seguro que me dejo gente.




Mención especial para la mitad de Villarubia que no conocía, por acogerme en su casa y por amenizarme los desayunos y las mañanas hasta que el gandul de Horrillo se levantaba. Como echo de menos esos "amaneceres" tan entretenidos, aporreando la puerta del vecino a lo psicokiller... jajaja. En fin, qué dura fue la despedida así, sin avisar... ;) Siempre nos quedará Skype (¡o una escapadilla a Berlín!).

Una de las mejores oboe del mundo mundial... en su esencia :)
A Horrillo no le agradezco na, que le tengo mu visto y además no me avisó que la estela del Código de Hammurabi del Museo de Pérgamo no era más que una copia aun sabiéndolo, después de que casi llorara de la emoción al verla... no tiene corazón. 

Qué satisfacción esto de montar "muebles" de Ikea...

Y por último, si que quiero dar las gracias a la chellista rubia más maja de to' Berlín, por compartir conmigo esos días y hacer que todo fuera tan especial, desde codearme con la alta sociedad berlinesa (Merkel incluida), alimentarme como si mi abuela la hubiera poseído (¡qué cocido!), estromparse de cara contra el suelo y descojonarse acto y seguido, como si nada pese a tener MIS manos llenas de SU sangre (cada vez que lo pienso se me encoge el estómago)... no sé niña, me he sentido mejor que en casa :)

Momento "a ver cómo disimulamos esto" después del estrompamiento.

Y creo que aquí pongo punto y final a mi viajecillo. Espero no haberos aburrido mucho, pero así me he ahorrado contar muchas veces las mismas anécdotas, sobre todo a los que no puedo ver por la distancia. Y qué narices, para algo me tiré todos los días escribiendo hojas y hojas en mi cuaderno de viaje.

Creo que una buena forma de acabar esta bitácora es hacerlo con la misma foto con la que la inicié. Muchas gracias tod@s nuevamente por aguantar el tostón.

Y esto es Berlín





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