jueves, 23 de diciembre de 2010

La máquina de duplicar pan

Ayer knockearon a la Ley Sinde. Pero ésta no está del todo preocupada porque sabe que sólo era el primer asalto.

Antes de empezar este post, estuve navegando un rato por la blogosfera y encontré un breve cuento de Richard Stallman, al cual muchos no conoceréis pero es uno de los referentes en cuanto a software libre (inventó el concepto de copyleft) y sistemas operativos completamente libres, con su proyecto GNU. Como decía antes de describiros a Stallman, este cuento es fabuloso para entender porque muchos pensamos que ese boxeador debe caer y el árbitro contar diez.

La máquina de duplicar pan, por Richard Stallman (vía facilware.com):

Olvidémonos por un momento de GNU/Linux, del software (libre o no) y de la copia de programas. Y fabulemos un poco. Imaginemos que, en alguna parte del mundo, en una prestigiosa universidad, alguien construye un invento completamente imprevisto: la máquina de duplicar pan. Es una máquina maravillosa. Casi no consume energía, la puede manejar cualquiera, se puede construir por millones a bajo coste, y no necesita materia prima ni mantenimiento. Su funcionamiento es simple: introduces una pieza de pan por un lado, y salen dos por el otro. La segunda es indistinguible de la primera: igual de sana, igual de nutritiva, con el mismo sabor. Y el proceso se puede repetir indefinidamente, usando las piezas de pan originales o las nuevas que ha producido la propia máquina. Muchos ya ven los problemas mundiales de hambre resueltos por fin. Se piensa inmediatamente en los duplicadores de lechugas, filetes, zanahorias, lenguados y otros muchos alimentos…

Pero antes de que nada de esto ocurra, comienza una campaña de publicidad en todos los medios. En ella aparecen drogadictos, asesinos, ladrones… y duplicadores de pan. El lema de la campaña es: “Cada vez que alguien utiliza el duplicador de pan, todos perdemos”. La campaña está dirigida por las asociaciones de panaderos, con dinero de toda la industria de la alimentación. Aparecen, en todas las cadenas de televisión, en todos los periódicos, en todas las emisoras de radio, opiniones a favor de los panaderos y en contra de los que están empezando ya a duplicar pan. Se plantean cuestiones como: Si se permite la máquina de duplicar pan, ¿quién asegurará que tendremos innovación y nuevos tipos de pan?, o Si no se prohíbe la máquina de pan, ¿de qué van a vivir los panaderos? Inmediatamente se proponen legislaciones que prohíben la fabricación, comercialización y uso de máquinas duplicadoras de pan, y se empieza a considerar éticamente malo duplicar pan… Con el tiempo, las legislaciones se ponen en vigor, se crean ramas específicas de la policía para perseguir la copia ilegal de pan, y los panaderos, ya organizados, empiezan una campaña para que los productores independientes de pan tengan que pagar derechos por las recetas de los tipos de pan más habituales.


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